Después de tanto tiempo de pandemia y restricciones, el hecho de tomarte un café en un bar hace que sea una labor complicada y, a veces, hasta con cierto riesgo de conflictividad. No a la hostelería que te cobra a precio de oro un café que estás obligado a tomar en la calle. Una subida de precios debida a las circunstancias de la pandemia. Sería deseable que estos precios volvieran a su estado original y una nueva distribución de las mesas para que quepan más comensales, eso sí, cumpliendo todos con las medidas de seguridad, pero no en mesas más pequeñas para ubicar a más número de comensales y estén todos en la terraza.Sí, hay que estar ahí afuera, pero hay que estar bien -al margen de las inclemencias del tiempo- con un servicio adecuado. No siempre se da. Hay que adaptarse a las circunstancias, comemos en la terraza y nos cobran un suplemento por estar ahí, pero es que no se ha podido estar en otro sitio.También hay que decir que a veces el trato al cliente no es el correcto. Todos estamos cansados de esta situación que vivimos por la pandemia, pero unos se quejan más que otros. Y sí, todos perdemos mucho en el aspecto económico, laboral, de ocio, etcétera, pero no vayamos de víctimas, porque otros han perdido la vida. Y qué decir de la invasión de las terrazas, que parece la conquista del Far West, la conquista del Oeste. Añoro y adoro aquellos bares que cantaba Gabinete Caligari, bares entrañables y llenos de amor. Los hay, tan solo hay que buscarlos, están a la vuelta de la esquina.Por favor, señores y señoras hosteleros/as, traten con cariño a sus clientes. Nosotros también lo haremos. Sí a esta hostelería.