Por mucho que técnicos de la educación pronostiquen cambios fundamentales en la enseñanza del futuro, la importancia del estudio de idiomas tendrá un valor esencial en las diversas formas de cultura, hasta el punto de estimarse como lo más preciado de un currículo por ser un canal directo de comunicación con nuestros semejantes de otras variedades lingüísticas en un mundo lleno de diferencias. El inglés, que ya hoy ocupa el pretendido lugar de un idioma universal llamado esperanto, es el gran deseado por su gran divulgación, conseguida gracias a sus innumerables ventajas para adaptarse a niveles de expresión tan difundidos como el económico, social y cultural. Así, su uso en el área de los negocios resulta imprescindible, debido a su pronta inclusión en aplicaciones comerciales por parte de ejecutivos, altamente cualificados, a los que se exige el empleo de un vocabulario técnico que acredite su posición de prestigio y su elevada remuneración.A nivel social, el hablar idiomas realza la vida de relación de quien los practica porque brinda posibilidades de cambiar puntos de vista con delegados de otras nacionalidades en reuniones, conferencias y disertaciones en las que, de otro modo, no se sabe qué decir o hacer. Por lo que se refiere al plano cultural, hoy se hallan traducciones de obras literarias y científicas en cualquier lengua, pero un lector políglota disfruta más de un libro leído en lengua original, ya que, si no, ciertos juegos de palabras pierden su encanto natural; es por eso que, al leer una traducción española de obras de Shakespeare, no se goza la mitad de si se lee en su edición inglesa. El Quijote o Madame Bovary no pueden apreciarse en otra lengua que no sea el español o el francés, pues, siempre, hay un hermoso matiz que es intraducible. En suma, si se quiere sacar todo el provecho a un libro, hay que leerlo en su idioma propio porque, como escribió K. Bertrand: "las traducciones si son fieles no son bellas, y si son bellas no son fieles".