La dignidad, duintasun en euskera, es el único valor o cualidad que, de una u otra forma, tenemos todas las personas. Unas la cifran en propiedades, otras la basan en poder, pero para otras es la humildad, apaltasun, o la imagen, itxura, o la no dependencia física o la libertad, askatasun, incluso para algunos es sinónimo de orgullo, harrotasun, o de honestidad, zintzotasun, e igualdad, berdintasun. Hitzak, denak, ederrak euskaraz. Por eso, estamos capacitados y legitimados cuando decimos de un político mentiroso, lenguaraz, bravucón y faltón: "Pero éste dónde tendrá el sentido de la dignidad", significando con ello que la dignidad es lo que más valoramos, también, en los demás.Hoy en día, hay una larga lista de políticos que se pasan la dignidad por la entrepierna, pensando que es mucho más importante lo que ellos consideran "el regate corto", el trending topic, el minuto del teleberri y mañana será otro día. Lo que en realidad significa: "Me importáis todos tres cojones porque yo busco lo que busco, que es más importante que todos vosotros juntos, cargarme al contrario y, en el menor tiempo posible, ocupar su puesto, prebendas, oropeles, canonjías, cargos para los amiguetes y buenos asesores". Si para ello tienen que mentir, amenazar, insultar o pringarse en la mierda, todo sea por el "bien común", que también tiene traducción "todo sea para que me vuelvan a votar los míos y, a poder ser, algún que otro pringao cabreado con los suyos como consecuencia de la leña que les estoy metiendo. ¿Dignidad? ¿Qué es la dignidad? ¿A dónde llegó Julio Anguita con su programa, programa, programa? Aquí lo que hace falta es volver a controlar los entresijos del Estado, llenar de nuevo las arcas del partido y los bolsillos, y contentar a cuanta más gente afín, mejor". ¡Toooma dignidad, Moreno! (Si me permitís la expresión).