Desde la Asociación Navarra de familias de Acogida Magale nos vemos en la necesidad de contestar mediante este escrito a la noticia aparecida en este periódico ayer. Conocimos cómo trabajadores de la Fundación Ilundáin Haritz Berri hablaban en el Parlamento y antes en el Defensor del Pueblo sobre la sobreocupación del centro de menores. Comentan que no hay condiciones de habitabilidad, de salubridad y de seguridad tanto para la plantilla como para los menores del centro. Concluyen que lo que puede solucionar este grave problema es aumentar las plazas del centro. Ante esto, no podemos dejar de señalar que los centros de menores no son el lugar idóneo donde se puede conseguir el cuidado y la crianza que necesitan los niños y niñas en Navarra. Tampoco queremos dejar de recordar que es intención del Departamento de Derechos Sociales no aumentar plazas residenciales sino más bien disminuirlas para poder cumplir con la ley que prioriza siempre el acogimiento familiar sobre el residencial.Lanzamos una reflexión hacia la mirada que la sociedad navarra da a esos niños y niñas que viven en la Fundación Ilundáin y otros centros tutelados. ¡Ojo! Ellos son niños y niñas con una vida difícil. Nosotros somos los adultos que hemos de darles la seguridad y el apoyo necesario. Nosotros somos las manos en las que van a descansar, recuperarse, aprender y explorar el mundo que les rodea. Por eso, rechazamos rotundamente la idea de aumentar plazas residenciales y abogamos por el apoyo sin fisuras a las familias de acogida dotándoles de medios y apoyo que garanticen la labor insustituible de un hogar frente a un recurso.Cada euro invertido en las necesidades de una familia (biológica o de acogida) vuelve a la sociedad multiplicado. En cambio, el resultado de los 25 millones de euros anuales que se destinan en Presupuestos Generales para el acogimiento residencial tiene como resultado alimentar un recurso, más que criar a niños y niñas que a los 18 años quedarán de nuevo a merced de la vida dura que les llevó al centro.