De tu escrito del 2 de octubre en DIARIO DE NOTICIAS deduzco que perteneces a la generación de la libreta y el boli, lo cual no quita para estar informado a juzgar por la minuciosidad de los datos que aportas.El detalle de la libreta y el bolígrafo me retrotrajo a mi paso por el colegio de los Escolapios en la calle Olite de Iruña. A los diez años, por aquel entonces, se hacía un curso al que llamaban Ingreso. No era otra cosa que el acceso al Bachiller. Empezaba a los 11 y duraba, nada más y nada menos, que seis años. Y otro más denonimado Preuniversitario. De ahí a la Universidad. Qué te voy a contar que no sepas. Pues bien, recuerdo que había una asignatura imprescindible, al menos, en los centros de enseñanza de la Iglesia: la caligrafía. Papel, lápiz y horas escribiendo.Aunque tenga ordenador en casa y pueda acceder a la misma información de los móviles, el teléfono que tengo es para llamar y que me llamen. En cierta ocasión, comentando con mi sobrino algo que había leído a propósito de los miembros del Politburó soviético, entre los privilegios que tienen, hacen un vodka especial para ellos: Stazka. En pocos segundos lo confirmó. Me lo enseñó en pantalla. Qué adelantados. Es discutible que a través de las redes tengamos acceso a información de cualquier parte del mundo. No es que desconfíe, pero hay algo confuso.La tecnología ha avanzado a pasos agigantados, pero lo aprendido en la niñez difícilmente se olvida. El bolígrafo en el bolsillo de la camisa es algo cotidiano, un elemento más de la actividad diaria. Me refiero a los de mi generación. A la gente joven, con las super máquinas existentes no les hace falta.Que me tachen de antiguo no me molesta. Seguiré escribiendo como siempre, lápiz o bolígrafo y papel. Por cierto, he leído tu libro Escrito a pie. Genial. Sigue escribiendo.