A pesar de la propaganda de los EEUU, humillados porque los talibanes les han barrido de su territorio que invadieron hace 20 años, la mayor parte de las naciones progresistas han valorado su lucha como gesta de liberación nacional y un estímulo para otros pueblos también ocupados por fuerzas imperialistas en las que también han participado tropas españolas huyendo junto con las otras de la OTAN. Los talibanes están mostrando una preparación militar sorprendente, pues con armamento poco sofisticado han sido capaces de dominar al ejército más agresivo del mundo y que a pesar de ello su final ha sido humillante. El talibán es un pueblo valiente y disciplinado, digno de admiración, pero produce estupor su actitud violenta y falta de respeto con las mujeres. Es intolerable su argumento de la diferente concepción de Occidente respecto a las mujeres en Afganistán. Realmente ofende su consideración como seres inferiores a quienes hay que tutelar no reconociéndoles derecho alguno, como si no fueran seres humanos, cuando realmente su actuación a lo largo de la historia de la liberación del pueblo está jalonada por acciones heroicas, aunque anónimas. Es indigno, a pesar de prescribirlo sus textos sagrados, que se obligue a las niñas a casarse con quien pactan sus padres sin considerar sus deseos a edades que no son capaces de discernir con criterios fundados. Supone una crueldad morbosa que se les impida estudiar o trabajar, que se les considere esclavas de sus maridos y que tengan que ir cubiertas totalmente porque lo imponen costumbres aplicadas con puño de hierro por sus familiares masculinos. Esos hombres que han demostrado ser generosos y valientes en la defensa de la patria, en el aspecto humano y familiar, son fanáticos sin sentimientos, aunque sean eruditos en muchas ciencias. Realmente su actitud hacia las mujeres es un aspecto negativo que impide a los pueblos progresistas del mundo cualquier sentimiento de simpatía y admiración por una sociedad que degrada así a sus mujeres.