Esta semana anunció el Excmo. Ayuntamiento de Tudela, a bombo y platillo, nunca mejor dicho, y lo hizo por boca de los concejales de Festejos y de Juventud, la organización de dos fines de semana de fiestas: San Jodemos. Bueno, ellos lo llamaron San Queremos. El segundo de los fines de semana incluye en el programa 14 horas de música en vivo en la plaza de toros, repartidas entre viernes y sábado, con una hora prevista de finalización de las 3.00 y de las 2.00 respectivamente. No es la primera vez que esta Alcaldía utiliza, o permite hacerlo, este recinto para organizar conciertos de música; algo que no había sucedido nunca hasta que sobrevino la pandemia de covid-19. No pretendo con esta carta criticar estos festejos, que posiblemente hagan bien al comercio, a la juventud y al espíritu de las gentes en general tras esta época de confinamientos. Mi queja va directamente contra la celebración de este tipo de eventos en la plaza de toros. Alrededor de la misma vivimos decenas de vecinos afectados por el ruido, entre los cuales habrá personas convalecientes, enfermas, que trabajen en turnos de noche, madruguen, algunos serán enfermeros incluso, y a otros sencillamente les guste disfrutar de la tranquilidad de su hogar. Existen otros espacios más adecuados donde podrían tener lugar estas amenizaciones. Nadie podía imaginar cuando adquirimos una vivienda en este barrio que la plaza de toros se convertiría en musicódromo municipal. Uno piensa frente a semejante edificio en pasodobles y charangas, en aplausos, silencios y murmullos, y en que todo esto acabará en dos horas. En el último año nada de esto ha tenido lugar, como mucho en su lugar alguna vaquilla, algún recortador, pero por el contrario varios Tete, Krissi, Moon, Diban y otros, que no son miembros de una cuadrilla de subalternos, sino primeras espadas del disyoqueísmo. Por si no lo ha tenido en cuenta el Consistorio, en torno a la plaza se sitúan bloques de edificios de varias alturas y el sonido reverbera, se amplifica y se distorsiona. Vamos, que es un suplicio. Tampoco parecen advertir los miembros de este cabildo, cuando pasean por Herrerías y otras calles aledañas, los carteles que han colocado los vecinos en sus balcones contra los ruidos nocturnos. Y eso que ellos no sufren estos recitales de DJ’s. O no hasta el momento, porque el programa de San Jodemos amenaza con extenderse por toda la ciudad. En un mes laborable, no vacacional; y en un fin de semana ordinario, no festivo. Pues eso: ¡Viva San Jodemos!