La economía de los valles pirenaicos se ha basado en las últimas décadas en la conocida dieta alpina, cuyos ingredientes principales eran el turismo alpino, la explotación agropecuaria y forestal y la industria agroalimentaria. Dicha fórmula creaba excelentes platos minimalistas, de apariencia altamente sugestiva pero con fecha de caducidad impresa (2020) debido a la irrupción de la borrasca pandémica del post coronavirus que pondrá a prueba la solidez de los cimientos de la economía pirenaica tras una etapa económica dulce impulsada por favorables vientos de cola. Así, estaría emergiendo la energía verde como alternativa para fomentar la economía circular, minimizar la huella de carbono y optimizar la cadena de valor, con la consiguiente creación de puestos de trabajo fijos que posibilitarán el crecimiento demográfico de los valles pirenaicos.La escalada de los precios del gas y la electricidad habría sorprendido a Europa con las reservas de gas en mínimos históricos (70%) y habría escenificado el fracaso rotundo de las políticas energéticas de una Unión Europea incapaz de lograr la utópica autosuficiencia energética, y en este contexto emerge la energía verde como alternativa energética, lo que implicará la conversión de la actual industria forestal hacia explotaciones que cultiven especies de mayor valor añadido o que produzcan de forma sostenible la biomasa necesaria para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, y de lo que sería paradigma la planta de biomasa de astillas de madera de Aoiz (Navarra), que estará operativa en el 2022.Asimismo, dada la actual coyuntura de emergencia energética y que la producción de astillas de madera es más barata que la de pellets, no sería descartable la instalación de nuevas plantas de biomasa de astillas en el Pirineo, que utilizarán la madera de aprovechamientos forestales en poblaciones próximas para fomentar la economía circular, minimizar la huella de carbono y optimizar la cadena de valor, con la consiguiente creación de puestos de trabajo fijos que posibilitarán el crecimiento demográfico de los valles pirenaicos. Así, el Gobierno de Navarra estaría estudiando la instalación de una nueva planta de biomasa de astillas en el polígono de Iciz (Salazar) para aprovechar las sinergias de las explotaciones forestales en los valles de Salazar, Aezkoa y Roncal, donde se habrían incrementado exponencialmente las talas de madera de pino debido a una subida de precios que rondaría el 170%, y en el supuesto de no lograrse un consenso entre los tres valles para la ubicación de la nueva planta ésta podría instalarse finalmente en el polígono industrial de Lumbier.