Todavía no me lo creo. Aún me cuesta digerir que tras más de 22 años de ser mi médico, ese médico humano, sencillo, franco, directo, sincero, dispuesto a darte su número de teléfono personal para que le llamases con total confianza a cualquier hora del día cuando te encontrabas mal o no atravesabas por tu mejor momento, ese médico sabio que siempre daba un diagnóstico certero fruto de sus años de experiencia y que siempre estaba atento a tus avances y retrocesos, el que siempre te sacaba una sonrisa cuando te recibía o contestaba al otro lado de la línea con un "cómo está mi gorda favorita" (a pesar de estar más flaca que la rabia), en fin, el que te hacía sentir no como su paciente, sino como su amiga, como parte de su familia; ya no va a estar ahí. Y no porque te jubilabas (que ya te lo merecías), sino porque una lluviosa mañana de enero el de arriba decidió que debías ir a alegrar el cielo. Aún recuerdo tu última llamada, el 20 de diciembre, para decirme que al día siguiente ingresabas y que al otro te operaban, para desearme unas felices fiestas y recordarme que cuidase de mi tío, paciente tuyo también. Hoy ya no estáis ninguno de los dos, nunca imaginé que te irías 3 días antes que él. Os vais los mejores juntos, los del buen humor, los campechanos, los que erais capaces de sacar una sonrisa aunque el alma llorase. Así que gracias, gracias por todo, pero sobre todo por tu profesionalidad sin límites. Y mi más sincero pésame a tu familia, en especial a tu mujer y a tus dos hijos de los que te sentías tan orgulloso, incluso cuando se te llenaba la boca diciendo que parecías más su abuelo que su padre. Es pronto para que te hayas ido, pero sólo puedo decirles que estén orgullosos, porque si habéis heredado una décima parte de la calidad humana de vuestro padre, seréis excelentes personas. Descansa en paz Eugenio, y gracias, gracias y mil veces gracias por ser como eras. Te echaré muchísimo de menos, y aunque seguiré llorando cada vez que te recuerde, sonreiré recordando tus políticamente incorrectas palabras (esas que los pacientes agradecemos en ese frío mundo de la medicina), así como tu trato humano y acogedor. Ojalá hubiese muchos como tú...