Pongamos un poco de poesía al "triunfo" de la estrategia que debía llevar a Pablo Casado a Moncloa. Aunque el poema de Rubén Darío, más bien, haría las mieles de los hombres de Abascal al regresar a su sede después de la batalla de Castilla y León. Pero la que lo recita sin descanso desde el domingo a la noche es Isabel Díaz Ayuso, que no para de deslizarse por el suelo del salón de su casa, en lo que parece una danza interminable, al son de los versos de Darío, grabados en su iPhone para la ocasión (recomendación expresa de Miguel Ángel Rodríguez, que sabe mucho de estrategias aunque poco de poesía, y que tiene a su pupila encandilada con esta performance)."¡Ya viene el cortejo! / ¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros clarines, / la espada se anuncia con vivo reflejo; / ya viene, oro y hierro, el cortejo de los paladines".E Isabel da dos vueltas sobre sí misma, cierra los ojos y apura la cerveza que tiene sobre la mesa."Los claros clarines de pronto levantan sus sones, / su canto sonoro, / su cálido coro, / que envuelve en su trueno de oro / la augusta soberbia de los pabellones".Isabel está desbocada, se sirve otra cerveza y sigue con su coreografía."Los áureos sonidos / anuncian el advenimiento triunfal de la Gloria; / dejando el picacho que guarda sus nidos, / tendiendo sus alas enormes al viento, / los cóndores llegan. ¡Llegó la victoria!"Isabel, un poco mareada por los giros y, obviamente, por los tragos, da marcha atrás a su grabación porque no ha entendido muy bien los últimos versos. Pone atención, sin bailar, pero sigue sin entender. Da igual, se queda con lo de la gloria y la victoria y sigue con su danza y su cerveza.