Mis pasos querían caminar por las calles que suelo habitar en el centro de la capital, donde la Corte ya mutó en muy internacional, más que nunca, pero aquí cerrado y también acullá, museos y hoteles con una cadena de larga seguridad y la ciudadanía encerrada quedó ya... Bloquearon la ciudad del oso y el madroño. Llegaron los hasta ahora señores de la mayor parte del planeta, el presidente de EE.UU. y delegaciones de decenas de países... No es una boda ni un festejo, es una reunión sobre estrategia militar que se hace en modo cerrado, dicen que por nuestro bien y seguridad, aunque algo de miedo da, viendo lo que ocurre más allá, en Ucrania, Rusia y otros países de ultramar. Se habla por bien de mi seguridad, pero la ciudadanía callada está. Otros por nosotros –como cuando se programó la guerra de Irak, su invasión criminal– decidirán. Esperemos que no lo hagan como entonces, tan mal. Esperemos que se luche por la paz o, mejor, que no se pelee, que la paz pueda de verdad perdurar. Los pueblos buscan vivir bien, prosperar y no gastar en armas y en métodos para matar.

La misma ciudad tomada por los señores de los más poderosos ejércitos del mundo, los señores de la guerra, hace pocos días contemplaba una gran manifestación que protestaba contra las leyes sobre el aborto, porque una joven ha de pedir permiso para ir de excursión o hacerse un tatuaje pero no para abortar, da igual la edad. Muchos piensan que eso es matar al que no ha de nacer ya, que es un acto criminal; otros, que es un derecho de la feminidad, que no tanto de la maternidad. En fin, que unos legislan para exterminar, otros para engendrar... Y de la adopción que pudiera hacerse y favorecerse ya no se habla más... De los traumas otros escribirán. De eso y sobre las leyes trans que permiten a un menor sin acudir a expertos, médicos o análisis objetivos hormonarse y su sexo transmutar... Quéjanse, mientras las gentes sencillas hundiéndose están, sin poder soportar los precios que parecen no poder subir más, pero que subirán... Abajándonos: somos menos.

La inmensa mayoría de los europeos, habitantes de tierras castigadas por dos guerras mundiales, no quieren suicidarse ya más: la gran desolación tanta y tan profundamente se vivió, y se vio morir entre estúpida destrucción... Antes de esas atrocidades dominaba el planeta con sus colonias, luego se disolvió su poder general y tantas cosas más. En España se sufrió la guerra incivil, bestial, como casi todas las confrontaciones bélicas, a evitar, como evitar destruir, destruir nuestras vidas, nuestra vitalidad.

Ojalá los gobiernos piensen más en construir la paz, una sociedad fraternal, un encuentro con los demás, que la división que crece ahora, hiriente, innecesaria, sin parar.