El verano se acaba con las fiestas de Bilbao, ya pasaron hace un mes las de San Fermín en Iruña, siguió la Blanca en Gasteiz, el Artillero en Donosti y ahora la Marijaia para poner el broche final. Ese es nuestro verano entre julio y agosto; pero septiembre nos acerca el otoño y suelen ser las fiestas de Olarizu en Vitoria-Gasteiz las que con su romería cierran la puerta del verano. Todo se normaliza, desaparecen las sombrillas de las playas, finalizan las regatas, los grandes conciertos y las ferias de barracas. Se nos anuncia un otoño caliente, no sabemos si será por el sol que nos alumbra o por el encarecimiento de los precios de los supermercados, de las gasolinas y/o las bombonas de butano. Prestemos atención, salimos del covid, ahora tenemos encima no sé qué del mono. Vamos, que alcanzar quince días de respiro y sin noticias desagradables es muy raro que suceda. Mira que somos egoístas, queremos de todo: inundaciones, fuegos, epidemias. Ufff, esto no tiene fin.