La poesía es sublime, porque es ella la que manda en el poeta. El poeta es un simple medio, con más o menos edad, hombre o mujer, culto o labrantín de pueblo de secano que no sabe escribir porque tuvo que ir con el ganado en vez de ir a la escuela. La poesía se muestra a borbotones, te guste o no, cuando la prensa pesebrera, los políticos tristes y sus mentores nos sofocan con sus palabras falaces y el ruido es razón en sí, la poesía, digo, nos nubla la vista y nos acerca al realismo y el oído con música de amar a tu gente, con el verso de la canción brava y agria como el limón y el agua del mar, que te recuerda que existe otra realidad. Y la conversación larga de un amigo te hace revivir y despertar de tanto musgo y pelusa rancia. El torrente de la vida con las flores en primavera es la poesía. Es fácil sumergirse en la palabra del poeta, en el trazo largo y profundo de una pintura, de una curva y de un destello, es fácil cerrar os ojos y soñar as músicas eternas donde el arte por el arte se hace más social. Es el poema completo. Y si encuentra virutas de amor en la vida, las deja en la puerta para gozarlas mientras madura la noche.