¿A dónde se fue el petirrojo que ha dejado de cantar? Una vez más el cálido verano navarro ha sido cubierto por un dorado manto de hojas, y el alegre bullicio veraniego ha sido reemplazado por una brisa de paz que invita al pensamiento. 

Hace unos días, mientras caminaba por el paseo del Arga contemplando la incipiente y luminosa variedad de colores que se refractan a través de los árboles, pensaba que así como las plantas se toman un respiro para crecer para adentro y diseñan una nueva primavera, así también nosotros necesitamos de un tiempo para preparar un nuevo florecimiento personal. Cuánta falta nos hace alejarnos del ruido, detenernos un momento, escuchar nuestro interior, pensar sobre nuestra vida , para actuar luego con mayor fidelidad a nuestra vocación.

Los sabios nos recuerdan que la felicidad está íntimamente relacionada con el sentido que damos a nuestra existencia. Por ello, para este tiempo de reflexión, quizá puedan orientarnos estas tres preguntas que un día un profesor me recomendó: ¿Quién soy? ¿Qué quiero? ¿Qué tengo que hacer? Son, pues, tres profundos interrogantes que en esta colorida y tranquila estación pueden ayudarnos a preparar esa nueva primavera personal, esa mejor versión de nosotros mismos. Disfrutemos de la llegada del otoño, pues se trata, al fin y al cabo, de un tiempo para pensar y crecer.

Santiago Populín Such, estudiante argentino de la Universidad de Navarra