No cabe duda que la instalación del nuevo sistema de recogida de residuos de apertura electrónica de contenedores está resultando complicado, sobre todo para las personas mayores. La complejidad de pasos a seguir (botón rojo-tarjeta-pedal), la inseguridad que provoca el accionar el pedal con un pie dejando el otro en la acera, o peor entre la acera y el pedal, sobre todo si llevas en una mano la bolsa y en la otra la tarjeta, un bolso, un paraguas, un bastón, otro bolso y te tira la cadera, el hombro, la rodilla y tienes la vista cansada, etcétera. Hay que reconocerlo, no es nada fácil. Tampoco resulta fácil saber exactamente qué hay que echar a resto. Los folletos, la encuesta ¡Ponte a prueba!/ Zenbat Dakizu, no llegan a donde tienen que llegar y siempre surgen dudas. La sensibilización sobre temas ambientales y la importancia del consumo en general y del tratamiento de residuos y reciclaje frente al cambio climático es muy escaso. La educación cívica y el sentimiento de comunidad brillan por su ausencia en muchos barrios, como por ejemplo en la Milagrosa, en el que las calles se han convertido en verdaderos basureros, por aquello de: a río revuelto... No puede justificarse la desidia y suciedad reinante en el barrio, en el que cada quien deja todo tipo de basura (voluminosos, más voluminosos, menos voluminosos) en la mismísima calle o encima de los contenedores, argumentando que el nuevo sistema es muy complicado e incómodo. Es la responsabilidad individual la que puede y debe hacer un barrio mejor, con los apoyos y medidas necesarias por parte de la administración. Que se lo pregunten cómo lo han hecho a nuestros vecinos y vecinas de Mendillorri. ¡ Enhorabuena Mendillorri!