Hace apenas unos días, Navarra ha vuelto a perder una conexión aérea. Air Nostrum ha dejado de operar la ruta directa entre la capital navarra y Barcelona, que acercaba las dos ciudades en apenas 45 minutos. Como resultado, los únicos destinos que vuelven a quedar operativos de forma regular en el Aeropuerto de Pamplona son la ruta con Madrid, con varias frecuencias diarias; y la de Binter Canarias con Gran Canaria.

Con este panorama, Navarra vuelve a quedar un poco más aislada del resto del país, ya que mientras desaparece la ruta que conecta Pamplona con el segundo aeropuerto de España, las frecuencias de tren, en especial con la capital catalana, tampoco mejoran. Ni en frecuencia, ni en tiempo, ni en precio. Y la infraestructura más importante que se está construyendo en la comunidad foral, el TAV, va a un ritmo tan lento que tampoco parece que quiera llegar a medio-corto plazo.

No comprendo la falta de miras de las instituciones públicas para potenciar Navarra y conectarla con el resto del país y con Europa. Parece que el único momento en el que eso importa es cuando llegan los Sanfermines. Luego, volvemos a ser una comunidad de segunda, con un aeropuerto infrautilizado y un ferrocarril anclado en el siglo pasado.