Nada más concluir la histriónica moción de censura -con candidato anacrónico y todo-, Santiago Abascal dijo estar orgulloso y satisfecho pues había cumplido el objetivo de «retratar al Gobierno» al tiempo que lo acusaba de haber usado el procedimiento para hacer campaña electoral y catapultar a la candidatura de la plataforma Sumar.

Veamos: según nuestra Constitución, la moción de censura es constructiva y tiene como objetivo formar un Gobierno alternativo al existente. Todo lo que no sea eso, es estrepitoso fracaso. Dicho esto, y según lo declarado por Abascal, la iniciativa fue un «éxito». Si lo fue, y el «Gobierno comunista» no se reemplazó, es que su objetivo no era forzar la sustitución del Ejecutivo, sino su particular meta partidista de «retratar al Gobierno», tal como confirmó. De lo cual se deduce que quien hizo uso espurio y se valió de la moción de censura con fines electoralistas, fue quien la promovió.

A eso, señor Abascal, se le llama hipocresía y filibusterismo parlamentario.