Osasuna nunca se rinde: es la mejor expresión para culminar la apoteosis vivida la pasada noche del martes en Bilbao.

No es necesario echar la vista mucho tiempo atrás para recordar los momentos más oscuros de un club de fútbol prácticamente desahuciado, sin otra perspectiva que luchar por sobrevivir deportiva y financieramente.

Creo que en ese momento tuvimos la inmensa suerte de contar con Luis Sabalza. Debe valorarse seriamente el trabajo ímprobo y totalmente desinteresado de un hombre que no solo ha dado la vuelta a la tortilla, sino que además está dando, literalmente, la vida por Osasuna.

Bajo su figura se ha apuntalado un cuerpo técnico, con Braulio y Jagoba a la cabeza, cohesionado, con ideas claras que hacen de un equipo una piña de profesionales que, sustentados en la cantera y en personas totalmente comprometidos con su escudo, luchan hasta el final como el pasado día en Bilbao.

También, en la sombra, desde Tajonar hasta El Sadar, el cuerpo de empleados de Osasuna pelea por un fin común: la salud de la institución. Son personas que no meten goles, pero empujan al primer equipo, a las chicas y a todas las categorías de la familia osasunista. Muchos rompían a llorar de alegría en Bilbao y también se merecen nuestro reconocimiento.

Y qué decir de la sufrida e incondicional afición, siempre dando la cara y apoyando a todos nuestros equipos. Ahí estaban impulsando a Pablo a meter un gol que nos hizo estallar de alegría; y cuando silenció San Mamés, se les podía escuchar animando y apoyando como lo hacen en todos los partidos.

Y seguramente llegarán tiempos difíciles, como la vida misma, pero ahora toca disfrutar el momento, demostrar al mundo lo que supone ser osasunista: honestidad y nobleza, los colores de nuestra bandera, rojo y azul, nos dan cabida a todos.

Pronto la marea roja teñirá Sevilla, hagámoslo mostrando nuestras señas de identidad, respeto a los rivales y a la ciudad que nos acogerá. Osasuna es marca Navarra y una de nuestras mejores tarjetas de presentación en el mundo, no dejemos pasar la ocasión.

La noche en Bilbao fue complicada, el Athletic, arrollador y con un poderío físico descomunal, nos puso contra las cuerdas, pero finalmente sucumbió por la lucha, la voluntad y un poquito de fe sanferminera que nos hizo saltar, chillar y expulsar unos nervios que nos atenazaban como nunca habíamos sufrido. El fabuloso premio de estar en una final de Copa hizo que mereciese la pena.

El trabajo de todos ha tenido su recompensa.

Disfrutémoslo y agradezcámoslo a los que lo han hecho posible.

Aúpa Osasuna.

El autor es miembro de la Junta Directiva de Osasuna

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Osasuna celebra en la plaza del Castillo el pase a la final de Copa del rey en Sevilla Unai Beroiz / CA Osasuna

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