No os voy a decir que mi objetivo de vida sea regalaros recuerdos inolvidables, pero hoy sí que me gustaría intentar (y lograr) que experimentarais un viaje en primera persona. Considero que va a ser algo complicado, ya que la celebración de la Pascua ha sido algo muy personal, que aunque en mi caso lo haya vivido en grupo, cada cual ha tenido su propia experiencia.

Desconozco si alguna vez os habréis puesto a pensar un poco en vuestra historia con Dios y con los demás. Vuestras experiencias, acercamientos y distanciamientos de la fe por los motivos que sean… La cuestión es que estos días atrás lo comentaba con algunos compañeros del grupo de jóvenes de la Parroquia San Juan Bosco de Pamplona.

Durante mis 28 años de vida, la fe ha tenido dos momentos de explosión. La primera vez fue cuando, hace más de 10 años, tuve la ocasión de ir a Asís y vivir momentos incomparables de reflexión, silencio e historias personales de amigas que me llegaron muchísimo. Y la segunda vez fue, después de la carrera, el año que compaginé el primer máster, de los dos que tengo, con la DECA de la UPNA, y fue por la DECA, claramente.

El posgrado de la UPNA me dio la ocasión de ser especialista de Religión, y si os digo la verdad, casualmente, nunca he estado tan distanciado de Dios como durante esos meses. Y no sé la razón. Pero la vida muchas veces nos ofrece la oportunidad de reconciliarnos con nosotros mismos, y después de dejar hace dos años de estar como maestro de Religión en Puente la Reina, este tiempo de Semana Santa he tenido la ocasión de regresar a Gares con los I becchi para retomar la fe en el mismo lugar donde la dejé, pero con más ganas que nunca. Qué cosa más curiosa. Detalles que la vida tiene contigo. Tenía que ser que justo donde dejé ese agujero, ese sin sentido, esa lejanía y enfriamiento con Dios, justo donde me ha tocado a la puerta del corazón y ha querido volver a conectar conmigo. Tenía que ser justo ahí y ahora, en estos días. ¡Me parece un testimonio tan claro de que Jesús me dice, aquí estoy, aquí donde creías haberte alejado de mí, aquí te recojo y te acojo!

Y es imposible lograr esa plenitud en la fe sin una comunidad que te ayude, te arrope y consiga tirar de ti siendo recíproco. Y es esa reciprocidad la que te hace crecer y te hace ver qué es lo que quiere Jesús de ti en este momento de tu vida.

Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo (previo a la Vigilia Pascual). Última cena, Muerte del Señor y Resurrección. Institución de la Eucaristía, perdón de los pecados y renovación de las promesas bautismales. Es lo que viene a ser el Triduo Pascual. Sin tanta procesión, sin tanto fervor, sin tanta mantilla y sin tantos vacíos con los que no se pueden llenar los días que van de Pascuas a Ramos.

Estos días, el grupo de jóvenes de San Juan Bosco, del que orgullosamente formo parte desde hace solo unos meses, ha vuelto a recuperar el retiro de tres días en Puente. Tener la oportunidad de caminar junto a Jesús, llevar su cruz a cuestas y ver en directo el clavar los clavos por parte de Rubén y alzar la cruz, que tú mismo has podido llevar junto a otros compañeros, por parte de Chisco; es algo indescriptible, inenarrable. El descendimiento, el sepulcro, el estar frente a él y el recuperar, por unos minutos, el olor de tu abuelo sin saber muy bien por qué. El ser consciente de haber podido llevar a Jesús en tus brazos, a pesar de no ser capaz de verlo hasta la crucifixión. Es verdad que en el momento que me ofrecieron llevar la tela dije de entrada que no, que no la quería, y la chica (que en este momento me falla el nombre) se la ofreció a los demás del grupo; pero nadie la quiso. En el último momento, antes de caminar con la cruz, dije que me la diera, que la llevaría yo, y así fue. Qué decisión tan acertada.

De los tres días con vosotros, el que más me ha llegado ha sido el Viernes Santo. Es muy difícil poner por palabras todo lo que he sentido durante esta Semana Santa. Y no sé si lo estoy consiguiendo… Pero quedémonos con lo que le dijo Jesús a su madre, mirándola, una de las veces que, de camino al Calvario, cayó al suelo: “yo hago nuevas todas las cosas” y creo que no hay mejor explicación para decirnos la oportunidad que nos da la Pascua (y la vida, en general) para hacer y empezar todo de nuevo; para partir de cero con una sólida base. Del lugar más oscuro (de la experiencia de lejanía con Dios) ha nacido la luz que ha hecho nuevas las cosas, que ha hecho nueva la vida, nueva mi fe.