¿Que el fútbol es intolerante, machista, xenófobo y promueve el borreguismo? ¡Quiá! No sé por qué dicen eso... no será porque los clubes arropan, miman y promocionan de toda la vida de dios a los aficionados más radicales y, principalmente, escorados hacia la derecha más extrema: Bucaneros, Boixos nois, Ultra sur... ¿ultras? Pues les habrán puesto ese nombre porque de alguna forma se tenían que llamar, lo mismo les podían haber llamado armario, sifonier o tocador de señoras...

¿1.600 actas por incidentes en una temporada? ¿Qué es eso para 380 partidos de la Liga, los de la Champions, la Recopa, la UEFA, el Mundial, la Copa del Rey, el campeonato de futbolín...? Partirse la cara entre el Deportivo y el Celta B, el Cádiz B y el Xerez o el CD Badajoz con el Mérida es sana rivalidad vecinal, que no pasa nada por un rifirrafe sin importancia... ¿Que hay que escoltar a los holligans mientras cantan consignas nazis y realizan el saludo fascista por nuestras calles y plazas? Se pasean saludando al vecindario, pura cortesía. ¿Y qué si se produce una reyerta entre los Biris Norte y los Supporters Gol Sur? Tampoco es para tanto, unas cuchilladas, un brazo roto... vamos, ¡lo que en cualquier riña doméstica!.

¿Y qué decir de las celebraciones? Tan importante suele ser cuando se gana como cuando se pierde: los destrozos de mobiliario urbano, tanganas, alteraciones del orden público... lo mismo se producen cuando se celebra la victoria que cuando nuestro equipo ha perdido. Cualquier ocasión es buena para que las fuerzas del orden no se oxiden en sus cuarteles, dinamizar la vida social del barrio o promover la rehabilitación de la obra pública. Labor social y creación de empleo, todo ventajas.

No hay que olvidar la aportación que reciben desde su más tierna infancia los chavales que se inclinan por la práctica del balompié gracias al fervor, entusiasmo, arrebato y frenesí de familiares y aficionados que, al grito de: “¡Machácalo! ¡Machácalo!”, ennoblecen las aspiraciones de nuestros alevines. ¡Cómo no va a desear un padre que se precie el triunfo de su hijo... y el descalabro del rival! ¿Estamos tontos o qué? Para que uno gane otro tendrá que perder y si no pierde por las buenas pues tendrá que perder por las malas...

Por todo ello estoy seguro de que la campaña para erradicar los insultos racistas en nuestros campos de fútbol y las acciones encaminadas a limpiar la imagen del deporte patrio no pueden ir por mejor camino, toda vez que los fuerzos y cuerpas de Seguridad del Estado ya han detenido a los cuatro aficionados del Frente Atlético que colgaron el muñeco con la camiseta del jugador merengue aunque sea cuatro meses más tarde... justo cinco días antes de las elecciones municipales y autonómicas. ¿Qué? ¡Pura casualidad!.