Cae la noche y hasta bien entrada el alba, cuando se retiran los responsables y habitantes de cada edificio tanto públicos como privados brotan los invisibles, como el mito de las calles de New York, en Pamplona y demás municipios navarros y nuestros vecinos empiezan a instalarse en los portales cuyo techo es el cielo. En los últimos diez años, el Gobierno español y navarro y sus respectivas Áreas de Bienestar Social han intentado combatir este fenómeno social de las personas sin techo ampliando la acogida en el centro de atención PSH y albergues en distintos municipios. Pero, no en vano, las cifras de las personas invisibles han ido en aumento, considerablemente, en nuestro vasto territorio español que, según los datos del INE, hay más de 285.520 personas, las cuales 6.500 son mujeres.

En la Comunidad Foral de Navarra (215 por cada 100.000 habitantes) sigue siendo una de las mayores tasas de España junto a País Vasco (315) y Ceuta (390), y un núcleo de densidad comparativa importante en Europa considerando que hay 400.000 huéspedes deambulando bajo las estrellas. Actualmente, en Navarra existen 360 personas en nuestras calles, durmiendo en la intemperie burlando el frío polar al caer la noche y, como ducha diaria, la torrencial Dana de estos pasados días.

Cabe solucionar esta crisis generalizada que vivimos entre nosotros aunque tenga que determinar más fondo gubernamental para erradicar este censo de personas sin hogar, conocer su situación personal y su salud física y mental, destinando cada uno quizás donde pueda recibir ayuda. Hacer visibles los problemas de los sin techo puede ser la principal fuente para ampliar refugios en centros asistenciales y combatir así las posibles agresiones y abusos que sufren en sus moradas nocturnas.