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Música

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Qué más da si tocas la trompeta en inglés o en euskera. La música es un lenguaje, el lenguaje, como las matemáticas. el chino o el japonés. Es precioso andar por las calles donde escuchas hablar a gente en un idioma del que que no entiendes ni papa. Negras elegantes, es un privilegio de ancestro, de pueblo, de raza, como el gusto en los colores de los vestidos largos y los turbantes que subliman cabezas de reinas hermosas, bellas de dolor, de color, forma, bellas de espanto, bellas. 

El lenguaje lleva a las personas como la mirada a entenderse, a quererse, a ayudarse; la palabra celestial es en swahili o en verso como la música de un violoncelo, el bombeo de una txalaparta o el coro de los niños de Viena. Música celestial. La música tiene el poder de interpretar para ti lo que no puedes ni tan siquiera imaginar. Es el idioma del alma y de las estrellas. Si además lo completa con la palabra y la entiendes, miel sobre hojuelas; el temblor está garantizado. Y si no la entiendes es dejarse llevar, no intentar entender nada, concentrarse en su idioma, universal por naturaleza. 

No todos los idiomas pueden decir lo mismo. Cierto que cada uno en el suyo se siente complementado, pero sea como sea hay que dejar fluir la belleza y que te impacte en plena diana de la sensibilidad. Se trata de gozar como sea. Si le pones trabas, peor para ti. Goza y deja disfrutar. No hace daño, por mucho que algunos se empeñen. Otra cosa es que al señor Gimeno le moleste la música en euskera. Da la talla de un analfabeto musical, por no decir otra cosa.