Le has dado la vuelta a la eternidad con la elegancia de un poeta luminoso en la aurora, en la tarde cumplida, el ala y la bruma, el alma y tu sombra. Me robaste el alma con las primeras luces de la adolescencia y ahora en el otoño te brindo la tarde de color, arrebol, grana y amapola. Me gustaría ir junto a ti y a los que te acompañan en los cielos de la belleza e intentaré hacer méritos, nunca como la sombra de los tuyos, pero lo intentaré como el chopo alegre verdeazul y como el mirlo feliz. Yayoy Kusama te busca en el pozo sagrado de ti mismo para que le lleves al campo con tu Platero a enseñar a los niños tus campos las flores, lo redondo de las cosas, y el amanecer del sol y de las estrellas. Y lo que tú quieras imaginar.