Algunas personas llevamos una larga temporada intentando hacer comprender a habitantes de Pamplona-Iruña el despropósito que supone la construcción de un parking en la calle Sangüesa afectando también a la Plaza de la Cruz.

Es en estos meses de reinado de la sinrazón, cuando he podido observar la cantidad de gente que no cree posible que esto vaya a suceder y te aborda en la calle diciendo: Pero no lo van a hacer, ¿verdad?

Ha sucedido también que durante las concentraciones, una gran parte de la gente preguntaba: ¿cuándo es la siguiente? Tal era el deseo que tenían de hacerse oír.

Las escenas que he contemplado son indescriptibles por su emoción. Por ejemplo, un señor que paseaba por la zona con una cámara de vídeo y con ojos llorosos te contaba que era la plaza en la que había pasado sus mejores momentos de niño con su padre.

También este lugar ha sido frecuentado por personas militantes o votantes de UPN que han manifestado su oposición al parking. Y es el momento de animarles a defender una zona de nuestra ciudad con grandes valores paisajísticos, ecológicos y sentimentales.

Las lloreras en la plaza han sido abundantes, y solo con las escenas que hemos visto, una persona con sensibilidad hacia personas, plantas, medio ambiente desistiría de hacer este parking. Los árboles en sus ochenta años de vida han desempeñado un papel tan especial que en pocas palabras no se puede describir.

Y se me ocurre que la mejor descripción que podrían hacer las plantas ya está expresada en el monólogo final de Blade Runner, donde se condena a morir al replicante Roy Batty una vez cumplida su misión.

“Es toda una experiencia vivir con miedo. Es lo que significa ser esclavo. Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orion. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tanhauser. Todos estos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”.