Hace unos años que en un país ocurrió un hecho curioso. Un banco se apropió de otro banco por la módica cantidad de un euro. En consecuencia los accionistas del banco que se vendió se quedaron sin cobrar un euro ya que, como es lógico, un euro no se podía repartir entre tantos ahorradores. 

Los que habían perdido todos sus ahorros lógicamente pleitearon contra el banco que se quedó con todo, y aquéllos ganaron el pleito, y además con costas e intereses. 

Cuando más ilusionados esperaban a cobrar lo que les correspondía, llegó una orden de Bruselas que decía que el banco que había sido condenado no tenía que pagar nada. Bien es cierto que hoy se anuncia un despacho de abogados diciendo que todavía hay mucho que jugar, por lo visto a través de la vía penal. 

Los habitantes de ese curioso país se preguntaban: a) ¿Qué pinta Bruselas en esta cuestión? b) ¿Para que sirven nuestros tribunales? Preguntas que dejamos en el aire hasta ver en qué queda la vía penal, que quizás nos seguirá dando pena. 

¡Increíble!