Mi felicitación más cordial a Antonio Urra Maeztu por su escrito en días pasados: txapela. Los datos que aporta de la prenda más característica de nuestra tierra son una gozada. Lo he recortado para guardarlo como un tesoro entre mis apuntes.

No soy historiador, ni lo pretendo, pero me atrae escuchar y leer. Así aprendo. En cierta ocasión cayó en mis manos cierto manuscrito que trataba sobre el general Espartero. Dicho militar prohibió el uso de la boina bajo pena de multa o dos meses de prisión. El doble por reincidir. Y a la tercera, dos años de cárcel. De qué cosas nos enteramos.

Los de mi generación, con el paso de los años, fuimos testigos de cómo cambian los acontecimientos. Lo digo porque fue adoptada por ejércitos de diversos países. Los medios de comunicación nos informaban de todo lo acontecido a lo largo y ancho del globo terráqueo. En aquellas fechas el conflicto en Vietnam ocupaba gran parte de los informativos haciendo especial mención a cierta tropa a la que llamaban Boinas verdes. Sorprendente. 

No es que la use habitualmente, pero como decía Antonio, cuando el tiempo lo requiere por la temperatura, la uso. Una anécdota. Aunque hayan transcurrido unos años, difícilmente se olvida. En la avenida de Carlos III de nuestra querida Iruña, se me acerca un señorón, alto, trajeado, con acompañante, no tenía aspecto euskaldun. Para mi asombro, se expresó en euskera: “Txapela ederra”. Mi respuesta pareció extrañarle: “Eloseguiko”. Al alejarse no puede evitar sonreír ante situación tan poco habitual. Todo aquel que la gaste, sabe quién es Elósegui.