En Iruñerria estamos presenciando un fenómeno en auge: los desahucios de Schrödinger. Resulta que, al mismo tiempo que algunos aseguran haber prohibido los desahucios, estos siguen ejecutándose. Todo el confeti y el mamoneo soez de la propaganda institucional en materia de vivienda se da de bruces con la experiencia cotidiana de nuestra clase. Sin embargo, sus maniobras cuánticas -aparato propagandístico para los amigos- permiten sostener esta mentira al mismo tiempo que alardean de las alternativas que ofrecen cuando estos desahucios que no suceden, suceden. Estas alternativas que no son otra cosa que migajas, pues son temporales y/o deplorables, sirven a los políticos profesionales para salir del paso, quitarse el muerto de encima y apaciguar el descontento social.

Este es el caso de una de las familias desahuciadas del Bloque Socialista de Jarauta hace apenas unos meses. Tras un largo asedio ilegal perpetrado por la Policía Municipal de Pamplona, una madre en situación de vulnerabilidad fue forzada a abandonar una vivienda en perfectas condiciones y vacía desde hace una década. Todo esto, por supuesto, en base a las promesas emitidas por los técnicos de Servicios Sociales, que decían poder ofrecer una vivienda de alquiler social “reformada” y con “garantías” plenas. Lamentablemente, la realidad es bien distinta. Y es que, como denunciaba hace varias semanas el Sindicato Socialista de Vivienda, esta familia fue alojada en una vivienda que no cumple las condiciones mínimas de habitabilidad, con bichos, fugas, humedades, goteras y apagones provocados por estas. Circunstancias que incluso han llegado a generar problemas de salud a una de las menores de la familia.

Ejemplos como este evidencian la imperiosa necesidad de desenmascarar la farsa institucional que, lejos de ser la solución, es parte del problema. Asimismo, es prioritario combatir la nueva modalidad de vivienda en condiciones de miseria, que se extiende como la enfermedad que es entre aquellas capas de la clase trabajadora con menos recursos. Esto último implica no solo denunciar casos como el de la familia de Jarauta, sino también señalar a aquellos que restringen las posibilidades de lucha a la ficción de unas condiciones de vida dignas bajo el modo de producción capitalista.

*Miembro del Sindicato Socialista de Vivienda de Iruñerria