La familia que llevaba desde el domingo sin poder salir de la casa ocupada en la calle Jarauta que se pretendía desalojar la ha abandonado este miércoles a última hora de la tarde. Después de las negociaciones con la empresa municipal Pamplona Centro Histórico, la familia se trasladará a un piso de emergencia, una resolución ante la que la madre se mostró agradecida. “Es una situación mejor a la que tenía antes de okupar esta casa y también estoy muy satisfecha con todo el apoyo recibido”.

Policía Municipal controlaba desde la tarde del domingo el acceso al inmueble y no permitía la entrada ni la salida del mismo. Ante esta situación y las amenazas de un desahucio por la fuerza o de quitarle la custodia de la menor con la que se encontraba, la mujer decidió salir este miércoles a última hora de la tarde y aceptar la oferta de un piso de emergencia en el Grupo San Pedro. 

Como ella misma explicaba antes de negociar con responsables de la empresa municipal Pamplona Centro Histórico, llevaba desde el domingo por la tarde sin salir de casa con un bebé que además necesitaba atención médica. “Mi hija al principio necesitaba medicamentos y no me dejaban meterlos y tampoco comida. Me sentía como una prisionera y no podía seguir en esas condiciones”, aseguraba.

“No tenía alternativa”

La mujer que se encontraba en el piso del número 19 de Jarauta con su hija explicaba que “no tenía otra alternativa”. “Me sacaron del piso en el que vivía hace cinco años y le conté mi situación a la trabajadora social. Mandé los papeles a Nasuvinsa y al Ayuntamiento de Pamplona, pero no me ayudaron con absolutamente nada. Solo me dejaron estar un día en el hotel de Ansoáin. Después, me dijeron que me buscara la vida”.

“Cambió la trabajadora social y estuve en una habitación hasta que ya no podía seguir y me vi obligada a entrar de okupa. No tenía otra alternativa porque la trabajadora social y el Ayuntamiento no me ayudaban”, recuerda.

“Ahora, soy madre soltera y tengo tres niños menores a mi cargo. Me sentía muy incómoda porque no podía ni salir ni entrar a casa. La policía estáaba 24 horas en el portal y no dejaba entrar a nadie ni que me dieran comida. Me la han tenido que pasar por las ventanas. Me sentía como una prisionera y era imposible seguir así”, concluye.

Los pisos ocupados eran propiedad de la empresa municipal Pamplona Centro Histórico y desde hace días estaban habitados por “familias con menores que habían sido desahuciadas, mujeres supervivientes de violencia de género, jóvenes que no pueden emanciparse y personas con problemas laborales que no pueden permitirse alquilar una vivienda”, según informan desde el Kontseilu Sozialista de Iruñerria. 

Algunas familias que habían salido antes de que montaran el control policial no pudieron entrar después. Otras personas salieron porque tenían que llevar a sus hijos al colegio y no pueden volver. Ahora, están en casas de amigos o familiares. Después de la salida de esta mujer y su hija menor, que tenían la situación más vulnerable, tan solo permanecen en el interior dos jóvenes en sendos pisos. En este bloque también hay otras dos casas con propietarios.