En la COP26 se reconoció la urgencia de abordar la contaminación por plásticos como parte del combate al cambio climático. Se acordaron acciones para mejorar la gestión de residuos y aumentar el reciclaje. Sin embargo, tres años después, la sombra de la desigualdad amenaza el progreso. Algunos países, como España, han implementado medidas como el Impuesto Especial de Envases no Reutilizables. Sin embargo, la falta de acciones equivalentes en países clave como Italia y Francia genera competencia desleal, perjudicando a las empresas responsables y limitando el impacto general. 

Las consecuencias van más allá: los consumidores se ven afectados al limitar las opciones de productos sostenibles y aumentar el riesgo de exposición a sustancias nocivas. Se requiere un enfoque global y coordinado. Los países deben trabajar juntos para establecer estándares mínimos comunes para la gestión de residuos, el reciclaje y la reducción del uso de plásticos. La armonización fiscal y la cooperación internacional son esenciales para un terreno de juego nivelado y un cambio real hacia una economía circular. Alcanzar un futuro sin contaminación por plásticos requiere un esfuerzo conjunto de gobiernos, empresas y consumidores. En un contexto global, las medidas fronterizas persisten, incluso en regiones como la UE que las han eliminado en otros ámbitos.