El pasado domingo día 2 de junio se inauguró en Paternain el monolito y la escultura en recuerdo de los ferroviarios asesinados en agosto del 36 por el régimen franquista y abandonados en una fosa común en esa misma localidad. 

El acto fue muy emotivo, contó con los artistas autores del monolito, con bertsos, con testimonios de las familias y de las asociaciones memorialísticas, así como con aurreskus y el baile del gigante ferroviario. 

Entre los presentes en el homenaje se encontraba el alcalde de la Cendea de Cizur, Rafael Ansó, el mismo que hace unas semanas, junto con su equipo de Gobierno, vetó la presencia de dicho gigante en las fiestas de los pueblos de la cendea porque, según la concejala de Cultura, “Ferroviario formó parte de uno de los bandos de la guerra”.

Sacados de sus casas, fusilados y tirados en una fosa común, a eso le llama Haciendo Cendea formar parte de uno de los bandos. Y es que en el homenaje del domingo pasado si algo quedó claro es que fueron asesinados. Y esto es lo que el alcalde de la cendea escucho, asintió y aplaudió. No es de recibo que por un lado acuda a homenajes de represaliados y por otro vete a esos mismos homenajeados por ser unos rojos. 

Entiendo que en la vida todas y todos tenemos incongruencias y contradicciones, pero en la política hay que intentar ser coherente entre lo que se piensa y lo que se hace. Entiendo que las personas que preparan homenajes a sus vecinos y familiares asesinados durante el franquismo quieren que participe cuanta más gente mejor y todas las personas son bienvenidas. No obstante, el señor Ansó tiene un problema con su coherencia política. Bueno, más bien son sus incongruencias de la vida.