No la de Vincent Van G, que al menos pintaba girasoles, lírios, campos de mies, segadores, manzanos en flor y otras bellezas sublimes, reforzando el color de las cosas. No, se trata de la del yo primero, América. Después de desayunar con mi oreja pintada en mi hotel o en mi campo de golf, donde le colocaremos un esparadrapo con mi marca, le proporcionaremos papel higiénico para que se alivie en mi nombre o en el mundo que quiero dejar con la bandera de rayas y estrellas con mi puño en alto y a callar. Hitler se me queda pequeño y el mundo es nuestro, lo vamos arreglar de una vez por todas, y nos echa una mano el payaso de Biden matando palestinos con nuestras armas; los judíos, mi pueblo favorito, que me votará de ahora en adelante, por los siglos de los siglos amén y con ellos conseguiremos echar al mar a los desheredados que llenan nuestras calles.
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