Lo que sigue a continuación es un copia y pega de mi queja oficial al apartado que la web de Policía Municipal de Pamplona / Iruña tiene habilitada para quejas en servicios policiales.
Buenas noches. Estoy seguro de que no les resultará extraño recibir una queja sobre el comportamiento del agente número 551. En mi caso ésta ya va a ser la tercera queja que presento contra ese personaje. En las dos veces anteriores se atendieron mis reclamaciones y no solo no se me trasladó multa alguna sino que además recibí sendas disculpas por parte de Jefatura. Que el agente 551 es un grano en el culo para el cuerpo de Policía Municipal queda clarísimo. Si no fuera así, antes de disculparse conmigo (lógicamente), me habrían pedido que aportara algún tipo de prueba. Y no fue así. Bastó mi testimonio.
Recuerdo que un policía municipal con quien guardo una relación de amistad le definió como “una desgracia que tenéis que aguantar los ciudadanos de Pamplona / Iruña”.
Agradezco las disculpas recibidas y, por supuesto, la no tramitación de las ridículas denuncias que 551 tramitó contra mí. Pero después de lo ocurrido esta noche, me planto.
Eran las 4 de la mañana aproximadamente. Yo había salido a pasear a mis perras y me encontré con 4 amigos en una vacía calle Calderería. Estábamos charlando, bromeando... Y a una de mis perras se le resbaló el collar del cuello. No salió corriendo ni alborotó. Nada de eso. Se quedó a unos 2 metros de mí, quieta, esperando que abriera el collar para poder volver a colocárselo. Pero un coche patrulla que estaba a más de 50 metros se acercó, paró y, ¿quién salió del patrulla? Efectivamente, el agente 551. Me dijo que no estaba permitido que los perros fueran sueltos y me pidió la documentación. Mientras (parafraseando) nuestra desgracia se afanaba en anotar mis datos, yo terminé de acabar el cigarrillo que estaba fumando y lo tiré al suelo. Bueno, pues ese detalle tampoco pasó desapercibido para ese sagaz agente, que me dijo que recogiera la colilla. Miré al suelo y había un montón de colillas. Pensé que tenía dos opciones: recogerlas todas o no recoger ninguna. Opté por lo segundo y le dije que no se cortara y me multara también por tirar el cigarrillo al suelo.
Y poco o nada más se me ocurre contar excepto que creo que en la zona en la que estábamos hay cámaras de vigilancia y pueden ustedes comprobar que esta historia que les acabo de contar es muy fiel a la realidad.
Quedo a su disposición para aclarar cualquier detalle que necesiten y espero que más pronto que tarde, el agente 551 deje de ser una desgracia que tenemos que soportar los ciudadanos.