Los hombres, y me refiero a los varones, tenemos madres, parejas, mujeres, hijas, nietas, amigas, etcétera. ¿Las queremos? ¿Las amamos? Muchos hombres dirán que sí y recordarán las veces en que les dijeron frases como “eres la persona más importante de mi vida”, “nunca olvidaré la felicidad que sentí cuando naciste y te cogí en mis brazos” o “te aprecio mucho y me alegro de que seamos amigos”. Y podrán enumerar muestras de amor que corroboran su afirmación. Habrá otros hombres que no, pero ahora no quiero dirigirme a ellos.

Observo a nuestra sociedad y el comportamiento de muchos hombres y me pregunto si realmente queremos a las mujeres de nuestra vida tanto como decimos. Porque a veces nos veo ofreciendo un amor de pequeñas distancias, un querer de corto alcance. Nos volcamos en lo cercano de nuestras relaciones con las mujeres de nuestra vida e ignoramos otros ámbitos, como si algunas realidades sociales no fueran con nosotros y no les afectaran a ellas.

El crimen más numeroso del mundo es la violencia contra las mujeres, en todas sus formas. Si amamos a nuestras madres, parejas, hijas, nietas y amigas, ¿qué estamos dispuestos a hacer por ellas y por las demás mujeres? ¿No es amor ayudar a construir un mundo sin violencia contra las mujeres? Me cuestiono si los hombres somos conscientes del muro que hemos construido y que nos separa de las mujeres que más queremos y de todas las demás. Es un muro construido de silencio, distanciamiento e inacción. El silencio es una medida de complicidad con el statu quo. El distanciamiento, una forma de darles la espalda a ellas. La inacción, una acción para perpetuar el presente violento contra ellas y nuestra situación de privilegio.

Un buen momento para que los hombres empecemos a derribar nuestro muro es el próximo 25 de noviembre. Estaría bien que saliéramos a la calle y acudiéramos a las manifestaciones para la eliminación de la violencia contra las mujeres, convencidos, conscientes de que, además de justo, es una muestra de amor hacia las mujeres de nuestra vida en particular y hacia el resto de ellas, una forma de decirles que las queremos, que queremos que vivan en un mundo mejor, una forma de apostar por la justicia, de eligir estar juntos para eliminar la violencia contra las mujeres. Y no se trata de un solo día, sino de un continuo.