Los médicos internistas insisten en la urgente necesidad de reconocer la obesidad como una enfermedad crónica.
Mientras, el impacto de la desinformación y las prácticas irresponsables en redes sociales agravan la situación de esta pandemia del presente siglo.
Algunos influencers promueven métodos peligrosos para la pérdida de peso, poniendo en riesgo la salud de muchas personas en busca de soluciones rápidas. Es imperativo que los organismos reguladores y las plataformas digitales tomen medidas contra la difusión de información engañosa.
Y es que hay negocio en esta enfermedad. Se estima que en 2050 un tercio de los niños en el mundo tendrán sobrepeso u obesidad. Además, el impacto económico global del sobrepeso y la obesidad alcanzará los 4,32 billones de dólares anuales para 2035. En España, esta enfermedad supone el 9,7% del gasto sanitario, con un coste anual de 25.136 millones de euros, lo que equivale al 2,1% del PIB nacional.
Es necesaria una mayor concienciación social, políticas públicas efectivas y el acceso a tratamientos adecuados. La educación en hábitos saludables debe ser un pilar fundamental para combatir esta crisis.
Pero estamos en la era de las redes sociales, donde tienen mayor influencia en las decisiones de las nuevas generaciones que la de los profesionales, quienes ven alarmados cómo va creciendo esta epidemia.
En conclusión, la obesidad no puede seguir siendo minimizada ni considerada un mero problema estético. Es una enfermedad con graves repercusiones en la salud individual y colectiva y requiere de un enfoque multidisciplinario para su manejo. Hay que seguir dando visibilidad a este problema, así como las autoridades deben de tomar medidas concretas que garanticen la salud de la población.