Es la Transición y está agotada. Fue diseñada por Fraga y su búnker para aprovechar el momio que extrajo el PP del franquismo con el apoyo  del PSOE, que blanqueó el  movimiento  a cambio de repartirse el poder y dar entrada a los conversos. Con corrupción más sofisticada  invadieron las instituciones, toleraron los sindicatos y los nuevos partidos minoritarios, dando protagonismo a Carrillo.  Los socialistas modernizaron la imagen externa de España, accedieron a los organismos mundiales y olvidaron ofensas históricas  a cambio del reparto del botín. El falangista Adolfo Suárez jubiló  la carcundia  del movimiento, afianzó a Juan Carlos y Felipe González ocupó la presidencia del gobierno, previa autorización de USA que le apoyó para entrar en la CEE, pero tuvo que fichar por  la OTAN. Las elecciones cambiaron el look cutre del país en ruina y marginal asimilándose a las democracias europeas como pretendía la Transición. Crece la afiliación al PSOE en busca de empleo. Los nacionalistas  y los nuevos partidos tratan de implantar una democracia real con esfuerzo para adaptar la justicia a la democracia real de la CEE frente a la prensa cautiva, la monarquía. Realmente la CEE es el regalo más valioso para salir del franquismo ocultando los signos más visibles de la violencia judicial y policial. La realidad es que los hijos de los franquistas han diseñado la legislación de la Transición, pero ya se ha agotado todo, pues todas las estructuras crujen, tanto la justicia como el reparto  de la riqueza que se va acumulando en manos de los que heredaron los monopolios que han agotado sus ventajas y en Bruselas los van eliminando.  Lo que ha crecido con fuerza es la corrupción y  el gobierno ha tenido que salvar a la banca  y la justicia está pendiente de pedir responsabilidades. Existe  un alto riesgo de que la extrema derecha acceda a la presidencia del gobierno volviendo al franquismo que se creía enterrado en Mingorrubia.