Vías ferratas
Morirse en Sanferminesparece que no tiene chiste, a no ser que un toro sea el que siegue, tu vida. Porque estamos en el tiempo de los fuegos artificiales. Y ese icónico momento parece que es para disfrutar y no para llorar. Pero la vida está llena de lágrimas y no por ser fiestas van a dejar de caer. Y como decía un tío mío, igual que para nacer cualquier día es bueno, para morir, cuando quieras es tiempo. Y tú, sobrino, te quedas con todo.
Pero aquí Hacienda, como una estrella, dice: Dame mi porcentaje, majo. Y un tanto de esto y otro tanto de lo otro. Y de lo que te dejó tu tío quedan migajas. Y no protestes, ni lo intentes, que como siempre te dicen: Hacienda somos todos. Y a mí me sale pegarles fuego. Tanta mentira y tanto robarnos. Pero usted vive en una sociedad que goza de ventajas que pagamos entre todos. Y hay que arrimar el hombro.
Lo que me revienta y preocupa es que siempre pagamos los mismos. Y esos que mandan. En genérico. Me da igual la edad y la ideología y la religión que tengan. Esos, siempre tienen ventajas que tú y yo, no tenemos. No tengo la guía de prebendas, pero las hay. Y me “giba”, que decía mi padre, que cuando te toca a ti, ni una sola excepción. Paga. Y vuelve a pagar por lo que ya se pagó. ¿Eh? Dato curioso, ya se pagó. Pero pasa Hacienda y arrasa. Y como es la ley, nada que decir. Pues yo digo que son leyes injustas, como tantas que hay, y reflejo de nuestra sociedad domesticada, no hacemos nada. Y búscate un político que defienda la rareza que has visto, que no lo encontrarás. Porque entre el que fuma, el que tiene médico, el que se fue a la playa y el que práctica el prostíbulo, todos nos engañan. No nos engañemos. Y venga, asegura el mosquetón, que la vía ferrata tiene lo suyo. Y venga toca la pandereta.
Dicho queda, veremos quien se atreve a publicarlo.