Quisiera expresar públicamente mi más sincero agradecimiento al equipo de la planta baja del Hospital San Juan de Dios de Pamplona, cuya labor con las personas mayores es sencillamente admirable.

En una etapa de la vida en la que todo parece cuesta arriba, cuando la fragilidad, la enfermedad o la soledad pueden hacer pensar que ya no hay margen para la recuperación, este equipo demuestra, día tras día, que siempre hay esperanza. Con una profesionalidad incuestionable, una calidad humana inmensa y una paciencia que reconforta, logran lo que a menudo parece imposible: que nuestros mayores recuperen no solo su autonomía, sino también algo aún más valioso: su dignidad como seres humanos.

Ver cómo, gracias a su esfuerzo, los abuelos mejoran física y emocionalmente, cómo vuelven a caminar, a sonreír, a sentirse personas útiles y respetadas, es algo que nunca olvidaremos.

A todo el personal de esta planta -médicos, enfermeras, auxiliares, terapeutas y demás trabajadores- gracias de corazón por tratar con tanto respeto, cariño y humanidad a quienes más lo necesitan. Lo que hacéis no es solo medicina: es amor, entrega y justicia.

Con gratitud y admiración.