Según parece mi ritmo escritor origina, genera, un montón de no saber qué hacer conmigo. Y es que yo he entrado en erupción y es una incógnita cuándo pararé.

Porque el mundo está tan lleno de cuerpos muertos por la mala cabeza humana que no puedo callar.

Y se van cumpliendo las semanas y no cambia nada. Violencia por doquier. La picaresca elevada al cubo, millones de parados, y los corruptos en sus posiciones de poder, luciendo su jeta de cemento armado. Y Feijóo dice vete. Y Sánchez dice me quedo. Y aquí, en esta provincia que fue un reino, foral, porque tiene fuero. Ayuntamiento y Gobierno, los dos, agua de borrajas. Es mi opinión. Pero lo que de verdad da miedo es que, frente a ellos, ni uno solo merece mi confianza. Porque el desamparo es total. Y parece que se trata de perpetuar a quien nos roba. Porque todos son lo mismo. La misma mediocridad de profesión. Y dicen que son sus bases electorales las que los han aupado al trono.

Pues pobres y miserables del mundo (definición del pueblo llano). ¿Qué hace falta para que nos sacudamos el yugo de un poder contaminado de mezquindad? Perros que son limpiando un hueso. Nuestros huesos, porque nuestra sangre ya se la han bebido. ¿Qué hace falta? Y lo pregunto de verdad.

Porque hay que dar un paso al frente por los abuelos en las residencias, por los jubilados, los discapacitados de la obra social que se ha pervertido, los de las sangrientas guerras que asolan la Tierra, los niños condenados al trabajo esclavo y hasta por los que se pierden en el mar intentando que su vida siga funcionando en otro lugar. Este nuestro. Dónde con estar mejor, es siniestro como nos tratan. Y esto hay que cambiarlo. Entre todos los condenados que somos a pagar los platos rotos de los que nos gobiernan. Corruptos que flotan, en la mierda que crean, y di tú que no se merecen estar. Que vendrá quien se crea vikingo y los mantendrán, para seguir manejando el martillo que tritura. Para que nadie esté a gusto. Y si obediente entre el rebaño, que es lo suyo.

Y así lo pienso y lo digo.