Titulitis
Recuerdo que era frecuente en los años noventa, aunque quizá también lo fuera antes, reprochar a algunos universitarios por sufrir cierto grado de titulitis. Esta recriminación venía a cuento al considerar que estaban más centrados en aprobar las asignaturas de la carrera para obtener la diplomatura o la licenciatura, que en la adquisición e integración de los saberes propios de la rama. Se les echaba en cara que estudiaban para superar los exámenes, descuidando el aprendizaje y otros beneficios que el proceso de estudio aportaba.
Relacionadas
Por lo visto, a tenor del bochornoso espectáculo que algunos de nuestros políticos nos han brindado a lo largo del verano, el concepto de titulitis ha evolucionado con el paso del tiempo para presentar una nueva versión que se suma a la ya conocida. Actualmente, para tratar la imperiosa necesidad de poseer un título, grado, máster o cualquier nivel universitario, ni siquiera es preciso acudir a la universidad. A los afectados por esta necesidad, esclavizados por su propio ego, les basta con inventarse cualquier grado, recogerlo en un currículum vitae y hacer gala del mismo en las redes sociales y en otros medios. El hambre de reconocimiento y estatus es tan elevada como la ignorancia que atesoran aquellos que tratan de parecer lo que no son. Seguro que a estos defraudadores del saber alguien les habrá explicado que sus hechos son una burla y menosprecio hacia los que de verdad luchan por aprender y certificar legalmente su formación. Lo que no tengo tan claro es que lo hayan entendido, pues no suelen ser muy duchos ni en el aprendizaje ni en el esfuerzo.