Un nuevo año académico asoma en el horizonte más cercano y, al igual que ocurre cuando estrenamos año natural, voluntariosos propósitos y buenas intenciones afloran para ser materializados en los meses venideros. Seguro que los agentes educativos: docentes y familias, entre otros, así como el alumnado, ya están pensando en los nuevos retos y desafíos que les esperan a lo largo de los próximos diez meses.
Los romanos utilizaban la locución “hic et nunc”, que significa “aquí y ahora”, para subrayar la importancia de vivir y concentrarse en el momento presente, en la experiencia inmediata con atención y conexión plenos.
En las actuales circunstancias, bien pudiera servir esta antigua, que no anticuada idea, para contextualizar un propósito que cada vez es más necesario en el proceso educativo y formativo de los jóvenes: dirigir esfuerzos y acciones hacia la promoción de un adecuado uso de la tecnología que no arrebate la presencia mental y emocional de los alumnos y/o educandos en las experiencias más enriquecedoras del día a día.
Es un reto complicado pero necesario, un propósito que debe ser tomado en serio para facilitar y mejorar no solo el aprendizaje de los estudiantes, sino también su integración en los distintos contextos. Las pantallas, que tantos beneficios aportan, pueden cobrar una alta tasa si la relación del usuario con ellas no es equilibrada.
Cualquiera que tenga alguna responsabilidad en el terreno educativo y formativo de los jóvenes no debería desdeñar esta relevante y ambiciosa intención de mejora.