ayer se fue. Cogió sus cosas y se puso a volar. La alcaldesa de Pamplona partió hacia Estados Unidos para participar por sexta vez en la misión comercial organizada por la Cámara de Comercio e Industria, Sodena y el Consejo Regulador de la Denominación de Origen del Vino de Navarra y capitaneada por Miguel Sanz. Dice la nota oficial que durante esta Semana Navarra intentarán promocionar la imagen, la política en materia de energías renovables, la cultura, el vino y los alimentos de la Comunidad Foral en Estados Unidos. Yolanda Barcina, en concreto, presentará el futuro Museo de los Sanfermines de Pamplona en Nueva York y en Washington.
A algunos les parecerá un poco extraño que vaya a vender algo que todavía ni siquiera se ha comenzado a construir, pero no importa, porque lo que se trata es de atraer visitantes con el anzuelo sanferminero. Que vengan cuando quieran, pero que vengan que ya disfrutarán un poco de la fiesta aunque sea con simuladores y vídeos.
No me parece mal que al visitante se le ofrezcan recursos turísticos, pero sí que esto se convierta en el principal objetivo de la estrategia cultural de la Comunidad. Este museo fagocita una parte importante de los recursos destinados a toda la cultura en Navarra. Hay para él una partida de nueve millones y medio de euros este año y otro tanto el que viene, y, entre tanto, programaciones como Correpueblos y las Rondas de Primavera y de Otoño se esfuman por falta de dinero. Una vez más se ve que la cultura aquí se considera un mero recurso turístico, no algo a lo que las y los de aquí tengamos derecho a disfrutar en nuestra vida cotidiana.
Otra cuestión sobre la que tampoco parezca que el Ayuntamiento tenga muchas dudas es en la imagen que quiere vender de la ciudad: Pamplona=Sanfermín. No olvidemos, sin embargo, que Sanfermín para el resto del mundo es igual a orgía de alcohol, drogas y adrenalina con olor a sangre de toro. ¿No es hora ya de romper con este dichoso binomio?