El próximo sábado, a las 10.23, cientos de personas en varios países del mundo van a intentar (sin éxito) suicidarse con una sobredosis de productos homeopáticos. El reto 10.23 nació el año pasado en Inglaterra para llamar la atención al público de algo que los poderes públicos insisten en ocultar: lo que se vende en las farmacias bajo el nombre de medicamento homeopático no contiene ni una molécula del principio activo y, salvo que uno sea creyente en milagros y transubstanciaciones varias, eso ni cura ni mata sino todo lo contrario: embolsa las arcas de un sistema de negocio con la salud paralelo (alternativo le dicen, pero no es alternativa a nada) que cuenta con las bendiciones colegiales sin haber conseguido, en casi dos siglos de práctica, demostrar que cura más que un simple placebo. Cuando uno se traga esas pildorillas no está tomando más que excipiente, y eso no puede ser vendido como medicina. Yo me iba a suicidar también, pero me fastidia comprar en la farmacia un producto que ellos venden como si fuera algo serio y que encima es caro. Así que he decidido que a las 10:23 me tomaré un chupito de agua del grifo, que contiene en torno a 10 elevado a la 23 moléculas de H2O. Ese hidrógeno viene de los primeros minutos de nuestro Universo, y el oxígeno nació en el seno de una estrella que vivió miles de millones de años antes que nuestro Sol y posteriormente explotó violentamente. Esas moléculas han ido pasando por casi todos los lugares de este planeta, y ya en forma de agua han estado en contacto con casi cualquier producto o sustancia que un homeópata considera materia médica. De hecho, en ese ciclo incansable que proporciona nuestro planeta, ese vasito es, homeopáticamente hablando, la medicina más poderosa, diluida y agitada por la misma Madre Tierra. Por eso es tan absurdo creer en el agua bendita de la homeopatía. El 5 de febrero, una vez más, intentaremos explicar cosas tan sencillas de química, y de medicina y otras ciencias, pero la gente prefiere comprar píldoras de pega que recordar qué era un mol. Y sobre todo, quienes viven de ese negocio tan redondo.
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