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‘La Gürtel’ al banquillo

No es ni una buena noticia ni un buen augurio que el juicio de la Gürtel lo presida una jueza cercana a la Cospedal y que ya fue designada por el Partido Popular para formar parte del Consejo General del Poder Judicial. Su independencia profesional queda en entredicho desde el momento en que el titular de la noticia se ha hecho público, al menos para quienes venimos viendo desde hace años que la Gürtel sin Partido Popular no hubiese existido y las conexiones que se han hecho públicas son clamorosas.

Y si ese detalle llama la atención, todavía resulta más chocante que el juez que se ha hecho cargo de la continuación de la instrucción de la Gürtel (crimen organizado no lo olvidemos) haya sido objeto de una advertencia de imparcialidad por parte del ministro de Justicia porque en caso contrario puede ser recusado. Lo que equivale a llamarle la atención ad cautélam ante la sospecha de que el juez pueda ir demasiado lejos con sus diligencias en un terreno político que está minado. Y es que el nuevo juez ha sido alto cargo del PSOE. Vaya por Dios.

Sigue pues en escena el guiñol grotesco non stop: las dos medidas, las dos justicias, las de los míos y las de los otros, y detrás, la farsa política y la evidencia de que la magistratura nacional está mediatizada por el poder político. Solo se puede hablar de su independencia en términos de convención o de pánfilo manual escolar. El poder judicial es hoy, sin discusión posible, un poder político en la medida en que toda la política española está de una manera o de otra mediatizada por una judicialización extrema.

Porque aquí ya no se trata de sentar en el banquillo a una cuadrilla de maleantes, quien en realidad va a ser juzgado, de frente o de soslayo, es el Partido Popular, que no solo se ha podido beneficiar (si añado lo de presuntamente me voy a poner malo de la risa) del baile de millones ocurrido a su sombra y amparo, sino que ha propiciado y alentado el estado de cosas que han hecho posible tramas como la de la Gürtel, aunque sus gerifaltes miren de manera obstinada para otra parte. No en vano hay alrededor de mil cargos públicos imputados en esta y otras tramas o chanchullos. Muchos, demasiados para que el actual Gobierno no se vea alcanzado.

No es toda la Gürtel la que ahora se lleva a juicio, sino una mínima parte. Es de temer, en firme, que vayan a quedar fuera del banquillo y de la instrucción judicial todos los asuntos relacionados con la financiación del partido y de sus campañas electorales, el pago de sus sedes o de las obras que se hayan hecho en ellas, los sobresueldos, las ganancias ilícitas o indecorosas... Es de temer que la trama Gürtel acabe con una absolución de implicados políticos y una condena de chivos expiatorios demonizados y reducidos solo a delincuentes comunes, cuando este es ante todo un juicio político: a un partido, a una casta social y a una forma de entender la política como una manera de enriquecerse con dineros públicos y privados.

El partido de Rajoy sabe que mucho se tienen que retorcer las leyes, y transformar lo que son evidencias, más que indicios, en pruebas nulas o insuficientes, para que el resultado del juicio de ahora mismo y de la instrucción que continua no le alcance de lleno. Calle, mienta, farfulle, bostece o saque la lengua Rajoy como él solo sabe hacerlo, el Partido Popular está más que tocado por la corrupción institucional, hecha sistema, como no lo ha estado ningún otro, ni siquiera el PSOE del GAL, los Barrionuevos y demás cuadrilla de delincuentes que fueron a parar, un rato, a la cárcel. Y es lógico que no quieran lastrar su permanencia en el poder con la evidencia judicial de la corrupción generada a su sombra o entretelas. Esto es la conclusión que puede sacarse con haber seguido las trapisondas del caso desde sus inicios. Otra cosa es lo que dicten los jueces en «interés general de interesados que a todos interesa», que decía un profesional del apaño, pero sería deseable que con su actividad disiparan las dudas de cómo opera la ley en un caso político como es este, cuando el de verdad encausado es el partido en el gobierno.