Di-da. Sin más dilación. Hay cosas que no se podían dejar para mitad de legislatura y la captación de ETB y las radios vascas por vía digital era una de ellas. Desde ayer, con todos los sacramentos y como las demás cadenas. Sin riesgo de ilegalidad ni sombra de alegalidad. 33 años después, esto es, tres décadas y otros tres más, que es el tiempo que lleva funcionando Euskal Telebista. Recuerdo una conversación el sábado de fiestas de Estella del año 83. En la mesa, un greñudo periodista con la carrera recién acabada hace votos para que Navarra pueda ver en breve plazo aumentada su oferta televisiva con la recién estrenada ETB. Un veterano cronista local levanta entonces la voz: “¡Pero sin imponer!”. En vano se le indica que el que no quiera verla no tiene más que cambiar de canal, o no sintonizarla, y que la verdadera imposición es la que se ejerce contra los que la quieren ver y no les dejan. Es inútil. “¡Sin imponer!”, repite el mantra varias veces hasta que los comensales acaban por cambiar de tema. Quien tan finas razones hilaba, además de ocasional escribidor, era miembro del consejo local de UPN. Durante más de un cuarto de siglo, este partido, bien secundado por el PP y en ocasiones por el PSN, ha hecho lo imposible para que los navarros que queríamos ver la televisión vasca no pudiésemos hacerlo, o, por lo menos, no con normalidad. Cuando no eran razones de “respeto institucional” eran imperativos técnicos, y cuando estos no bastaban se echaba mano a la economía. Ruido, puro ruido, cuando el único y verdadero escollo era la voluntad política. Ni cuando los nacionalistas dejaron de gobernar en Euskadi, quiso UPN dar luz verde a la captación. Mientras, en la Rioja y en Cantabria veían lo que aquí se nos prohibía. Con un gobierno distinto 3 meses han bastado para acabar con 33 años de cerrazón televisiva.
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