Síguenos en redes sociales:

Querido Baltasar

Este año sólo te voy a pedir que no me manches la cara cuando te vea por las calles de Pamplona y me acerque a darte un beso. Ya sé que a ti te parece un detalle sin importancia, pero no lo es para mucha gente. Estamos en una ciudad donde gran parte de su población ha dejado bien claro que quiere un cambio profundo. Estar a gusto y comprometidos realizando una labor que nos apasiona no es suficiente si al resto del mundo, o a la mayoría por lo menos, le molesta en el fondo o en la forma eso que estamos haciendo. Hay que escuchar y aprender a ceder cuando toca, como acaba de hacer el alcalde con el tema del nombre de la Plaza de la Libertad, que me imagino que le habrá provocado más de un dolor de tripas agudizado, además, por la polémica de las dichosas hostias de Abel Azcona -que, por cierto ¿sabe alguien dónde están?-. Volviendo al tema: cambiar de opinión para buscar soluciones en lugar de alimentar problemas es cuestión de estilo y de talante.

Estaría bien que no pringaras a nadie más. Ya lo has hecho durante muchísimos años y además no hay necesidad de ello. Hay cientos de Baltasares que besan sin manchar. En tiempos de Shakespeare también los hombres se disfrazaban de mujeres para hacer los papeles femeninos. Imagínate lo que pasaría si hoy a algún actor se empeñara en hacer de Bernarda Alba porque cree que él es la mejor y además pidiese que se le subvencionase el montaje con dinero público. Pues lo mismo.

Y ya de paso te quería preguntar cómo es que siendo sus majestades personas tan sabias y tan políglotas ¿por qué jamás han dicho una sola palabra en euskera en la capital navarra?