No hay manera, pero cada vez vamos a peor: lo llaman marketing o mercadotecnia, una forma de disfrazar lo que es un asalto a la intimidad y al derecho a que te dejen tranquilo se hacen cada vez más selectivos, más eficientes, más insufribles.

¿Recuerdan cuando podían ir a comprar sin que les asaltaran con luces brillantes, recorridos por el centro comercial tortuosos que te obligan a pasar exacamente por donde quieren que pases, a la vez que para encontrar algo sencillo o básico tienes que dar vueltas y vueltas porque nunca está en el mismo sitio. Todos sabemos que la temperatura, la música, la altura y centralidad de cada producto está colocada de manera consciente para obligarnos a consumir. Pero eso es porque somos reos, porque no hay manera de encontrar un hiper que no haga las mismas cabronadas, porque no decidimos simplemente escribir una queja o dejar de ir.

En la web pasa lo mismo, asumimos como quien ve llover el llamado marketing de contenidos, que nos cuela noticias que son pura publicidad o con titulares sensacionalistas. Pensábamos que éramos más listos porque colocamos el bloqueo de anuncios a nuestro navegador, aunque a la vez les hemos regalado todos nuestros datos de navegación a los dueños del cotarro. Para colmo nos recriminan por quitar la necesaria y benigna publicidad mientras, a la vez, nos cuelan nuevos anuncios como si fueran contenido limpio, enmarcan la página de insoslayables ventanas emergentes y bordes móviles, sueltan los vídeos a todo volumen a nada que nos acerquemos o nos mueven directamente el ratón para que caigamos en el anuncio. ¿No lo han notado? Yo también lo he dado por perdido. Además, es que cuando consigamos impedir los trucos que hoy usan ya tendrán listos la nueva generación. No hay manera.