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TRW

Los currelas de TRW no entienden la lógica carnicera de sus patronos alemanes. No por alemanes sino por capitalistas de última generación. No les entra en la cabeza que a más ganancia menos reparto. Según su comité de empresa, ésta ha ganado 101 millones de euros entre 2011 y 2014, es decir, 92.200 euros diarios. Una pasta gansa pero invisible. Me parece normal que no les cuadre. Pero deben saber que el postcapitalismo globalizado no se rige por ninguna lógica, sino por distorsiones.

Verán, en los últimos años más de veinte obreros chinos se han suicidado arrojándose por las ventanas de la factoría Foxcom, una empresa clandestina fabricante de nuestros iPods. No soportaron los salvajes ritmos de 34 horas diarias y decidieron acabar con su esclavitud arrojándose al vacío. ¿Qué hizo la empresa para evitar estos suicidios? No mejoró las condiciones laborales sino que puso unas redes para evitar más saltos liberadores. Entre estos obreros que se suicidan y los obreros de TRW solo median unos miles de kilómetros y algunos años de sindicalismo. Pero sus dueños operan desde el mismo despacho. Con una mano firman despidos y con la otra pelan langostinos.

Así es el nuevo capitalismo canalla. Se refuerza con la desgracia humana. Porque no está ideado para acabar con ella, sino para aumentarla. Y es la codicia lo que explica todo, pero también nuestra propia sumisión a este capitalismo insensato mientras masticamos mentiras con avidez.

Yo no sé como animar a la gente de TRW más allá del manual clásico: negociación, movilización y acción directa. Sé que con esto no basta. Porque hay que romper con el techo de cristal de la docilidad paralizante. Y en esas estamos todos al margen de nuestras falsas seguridades. Así que alguien tiene que decir la última palabra. Ánimo.