La semana pasada presentaba algunos animales que están en peligro de extinción por causa de las creencias en los poderes milagrosos de ciertos productos que proporcionan esos animales. Hay más que los que mencioné, pero ciertamente no son los únicos amenazados por algo intrínsecamente estúpido y necio. De hecho, si algo hemos ido haciendo los humanos bien a lo largo de nuestro periplo por este planeta es conseguir que las necedades se convirtieran en reglas y de ahí a la guerra. Y, paralelamente, conseguir dar al traste con lo exiguo, que acaba siendo lo más deseado. Leía este fin de semana una noticia en SINC (si no la conocen, se lo pierden: una agencia llena de noticias de ciencia, actuales, bien redactadas y, además, pública) en la que comentaba que posiblemente con el estreno de la nueva película de Disney protagonizada por un azulón pez cirujano llamado Dory, estos peces que habitan el coral tropical se pongan en peligro porque al ponerse de moda serán más deseados para los acuarios. Ya sucedió hace 13 años con Nemo, el pez payaso que de repente consiguió que la acuariofilia se pusiera de moda. El Paracanthus hepatus puede acabar sufriendo la doble estupidez humana de por un lado convertir el planeta en un lugar sin arrecifes adecuados para estos y muchos otros animales y plantas y, por otro, condenarlos a ser un pez de moda, carísimo y por lo tanto esquilmado de su hábitat natural para mayor gloria de nadie.
Por cierto, aunque nos pareciera tan simpática y desmemoriada Dory y a pesar del Sr. Chinarro, los peces tienen habitualmente buena memoria, mucho más que esos tres proverbiales segundos. Hay quien se tomó la molestia de comprobar que algunos peces pueden recordar más de un año a un depredador que les dio un susto o cuál era el color de un bote de alimento.