la semana pasada comentaba que me parecía escandaloso que una sala pública de cultura se cediera para una conferencia llena de mentiras y que pone en peligro posiblemente la salud de quienes, con todo el derecho a su ingenuidad, crean que el mensaje que les cuenta Josep Pàmies es serio, está avalado por pruebas y sirve para mejorar su salud y su vida. Más gente se ha puesto en contacto con el Ayuntamiento de Cascante para solicitar que reconsideren la cesión, el anuncio y el aval municipal. Hasta el alcalde ha sabido de la crítica y le parece bien que vaya allí una persona que incita a que los pacientes de cáncer abandonen la quimioterapia u otros tratamientos médicos para tomar unas plantitas de las que él sabe mucho; que se convierte en guía de la salud de gente que le consulta, y a quienes receta tomar gotitas de un veneno, el dióxido de cloro que les hará vomitar y tener dolor de cabeza porque, dice él, eso es la prueba de que está limpiando su organismo; que inventa y falsifica datos intentando crear una teoría de la conspiración en la que todos los médicos que no bailan a su son son potenciales asesinos, recetando malvados productos que cuestan mucho dinero. Algo que avala hasta el alcalde de Cascante porque, dice, ya estuvo en Tudela hace un tiempo y nadie se quejó. Parece que por el contrario está bien que él y los suyos nos prometan un inexistente paraíso natural donde no existen las enfermedades y todos son felices. Lástima que los niños no vacunados por la irresponsabilidad de sus padres, esos que van a las charlas de Pàmies, estén en peligro de por vida, y puedan morir porque alguien decidió que un municipio debe mirar a otro lado y permitir ese discurso antivacunas y contrario a la salud. Qué oportunidad perdida por Cascante para cortar de raíz ese peligroso discurso anticientífico. Qué vergüenza.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
