Salvoconducto para Ana Beltrán: Pablo Zalba le ha concedido vía libre para transitar hacia la presidencia del Partido Popular en Navarra, después de casi tres años dirigido por una Comisión Gestora tras la renuncia del anterior presidente. Zalba ha decidido dejar de hacer de pantalla infranqueable a las aspiraciones -territoriales e incluso nacionales- de la actual portavoz parlamentaria. Así podrá superar la frustrante derrota de 2012, cuando aspiró a suceder a su patrocinador político, Santiago Cervera, dimisionario tras su detención como el sobrecogedor de la muralla (denuncia por intento de chantaje al presidente de Caja Navarra, del que sería absuelto). En Bruselas, la periodista falsa miembro de un lobby se trabajó a Zalba y desveló en vídeo sus debilidades y predisposiciones, y Zalba se trabajó al ministro De Guindos, que lo ha colocado al frente del ICO (Instituto de Crédito Oficial). Ahora, Ana Beltrán goza del beneplácito de Génova para alcanzar la presidencia en Navarra. Premio a su combatividad parlamentaria y a su crédito a Cospedal, público e indubitado, cuando la acaparadora de cargos afirmó que no hay corrupción en el Partido Popular. Está claro que Beltrán no sigue la información de tribunales. Contrasta con la veracidad dada por el sobrecogedor Del Burgo a los apuntes con su nombre en los papeles de Bárcenas o “contabilidad B” del Partido Popular. En confesiones públicas cuando aparecieron y en sede judicial hace unas semanas. Desde su refundación en 2008, el PPN ha ido a la baja: de 4 a 2 escaños en el Parlamento Foral, de 2 a 0 concejales en Pamplona, con sensible pérdida de votos. Sin diputados y con dos senadores por Navarra en la bancada popular, fruto del reparto de puestos en las candidaturas conjuntas -o del miedo- con UPN, cuyos electos se sientan en el Grupo Mixto. En una semana, Beltrán ocupará el despacho presidencial en la sede pamplonesa del PP. En la avenida de Carlos III. Encima de Mango.
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